Los aranceles de Trump: La gallina de los huevos de oro del déficit fiscal
En una jugada que haría palidecer de envidia a cualquier ilusionista financiero, los aranceles implementados por la administración Trump han logrado un truco que muchos economistas consideraban imposible: convertir el proteccionismo comercial en una máquina recaudadora capaz de reducir el déficit federal estadounidense en aproximadamente 4 billones de dólares durante la próxima década.
La Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO) actualizó sus proyecciones en agosto de 2025, elevando significativamente sus estimaciones previas. La cifra de 4 billones es notablemente superior a estimaciones anteriores de la CBO debido a cambios recientes en los aranceles, lo que significa que en apenas dos meses, Trump logró agregar otros 1.5 billones de dólares adicionales en reducción del déficit.
Este fenómeno económico es como observar a un cocinero que, intentando sazonar la sopa, descubre accidentalmente la fórmula de la piedra filosofal. Los aranceles, tradicionalmente vistos como una medida de doble filo que puede generar ingresos, pero también inflar precios, se han convertido en la estrella inesperada del espectáculo fiscal estadounidense.
Sin embargo, no todo es color de rosa en este paisaje arancelario. Los gravámenes están proyectados para aumentar los precios que pagan los consumidores por computadoras y otros electrónicos, ropa, juguetes, muebles y más, incluso mientras el presidente insiste en que los gobiernos extranjeros asumirán los costos. Es el eterno dilema económico: lo que se gana, por un lado, se paga por el otro, como en una balanza cósmica que nunca deja de oscilar.
Powell y la Fed: La sinfonía de la cautela monetaria
En el escenario de Jackson Hole, Wyoming, el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, ofreció una actuación digna de un violinista de cámara: técnicamente impecable, pero lo suficientemente sutil como para mantener a la audiencia adivinando la siguiente nota. Powell dio una indicación tibia de posibles recortes en las tasas de interés, señalando un alto nivel de incertidumbre que está complicando el trabajo para los formuladores de política monetaria.
La declaración clave de Powell resonó como un susurro calculado en el mundo financiero: «Con la política monetaria en territorio restrictivo, el escenario base y el cambiante equilibrio de riesgos pueden justificar el ajuste de nuestra postura política». Para los no iniciados en el arte de la comunicación de la Fed, esto se traduce aproximadamente a: «Tal vez, quizás, posiblemente consideremos hacer algo… eventualmente».
Powell navegó hábilmente entre las presiones políticas y la ortodoxia económica, particularmente frente a las demandas agresivas del presidente Trump por recortes de tasas. Como un diplomático experimentado en territorio minado, Powell reafirmó la importancia de la independencia de la Fed, declarando que «los miembros del FOMC (Comité Federal de Mercado Abierto) tomarán estas decisiones basándose únicamente en su evaluación de los datos y sus implicaciones para las perspectivas económicas y el equilibrio de riesgos».
La situación actual presenta un escenario de «recesión inflacionaria» potencial que mantiene a los funcionarios de la Fed despiertos por las noches. Este fenómeno, conocido técnicamente como estanflación, es la pesadilla de todo banquero central: una economía que se desacelera mientras los precios siguen subiendo. Los aranceles están generando riesgos de que la inflación pueda subir nuevamente, creando un rompecabezas económico donde la Fed debe balancear el crecimiento económico con la estabilidad de precios, como un chef tratando de perfeccionar una receta mientras los ingredientes cambian constantemente de sabor.
El discurso también tocó las lecciones aprendidas de la experiencia inflacionaria reciente. Powell admitió con una honestidad refrescante: «Los últimos cinco años han sido un recordatorio doloroso de las dificultades que impone la alta inflación, especialmente en aquellos menos capaces de afrontar los mayores costos de las necesidades básicas». Es un mea culpa institucional que reconoce que incluso los banqueros centrales más experimentados pueden ser sorprendidos por las fuerzas económicas.
Paraguay: El arte de la estabilidad monetaria
Mientras el mundo observa los movimientos dramáticos de las grandes economías, Paraguay ha adoptado un enfoque que podría describirse como «zen monetario». El Banco Central de Paraguay mantiene su tasa de interés de referencia en 6%, demostrando un compromiso inquebrantable con la estabilidad de precios.
Esta decisión refleja una filosofía monetaria que privilegia la consistencia sobre el drama. El presidente del Banco Central, Carlos Carvallo, considera que la tasa actual del 6% frenará la inflación hacia su nueva meta para mediados de 2026, aunque no descarta ajustes futuros si las circunstancias lo requieren.
La estrategia paraguaya es particularmente inteligente en el contexto regional. Con la tasa de interés oficial ya esencialmente en niveles neutrales y estimaciones de menos recortes por parte de la Reserva Federal, se espera que el BCP mantenga la tasa en 6% hasta finales de 2025. Es como mantener el barco en aguas tranquilas mientras otros navegan en mares tormentosos.
El enfoque paraguayo hacia la política monetaria puede parecer conservador, pero revela una sabiduría práctica: en un mundo de volatilidad extrema, la predictibilidad se convierte en un activo invaluable. Los inversionistas y empresarios pueden planificar con mayor certeza cuando saben que la política monetaria no cambiará caprichosamente cada trimestre.
El presupuesto 2026 de Paraguay: Disciplina fiscal con visión social
El Presupuesto General de la Nación (PGN) 2026 de Paraguay representa un ejercicio magistral en el arte de la disciplina fiscal combinada con ambición social. El proyecto contempla un déficit controlado al 1,5% del PIB, alineándose con los límites establecidos en la Ley de Responsabilidad Fiscal tras cinco años de superar ese tope.
Con un monto total de 149.2 billones de guaraníes (aproximadamente USD 18.9 mil millones), el presupuesto representa un incremento del 12% respecto al año anterior, demostrando que es posible expandir el gasto público sin sacrificar la prudencia fiscal. Es como agrandar la casa sin endeudarse hasta el cuello.
Una de las innovaciones más significativas del PGN 2026 es el cambio en el financiamiento de subsidios. El próximo año, el pago del subsidio al transporte público se realizará con recursos propios y ya no con recursos del crédito público, es decir, con bonos. Esta transición representa un paso hacia una mayor sostenibilidad fiscal, eliminando la práctica de financiar gastos corrientes con deuda.
El presupuesto también habilita nuevas fuentes de financiamiento para instituciones clave. El PGN 2026 autoriza al MEF, la AFD, laeANDE y el BNF a emitir bonos en el mercado local e internacional, con montos específicos que incluyen más de USD 661 millones para el MEF, hasta G. 2,46 billones para la AFD, G. 1,5 billones para ANDE y G. 500.000 millones para el BNF.
Esta estrategia de financiamiento diversificado es como tener múltiples llaves para abrir diferentes puertas: proporciona flexibilidad operativa sin comprometer la estabilidad fiscal general. Las instituciones pueden acceder a capital para proyectos de desarrollo e infraestructura mientras mantienen marcos de endeudamiento controlados.
El enfoque paraguayo hacia el presupuesto 2026 refleja una madurez institucional admirable. La mayor parte de los recursos adicionales se concentran en las descentralizadas, con alrededor del 67% del total (USD 1.350 millones), y el Ministerio de Salud dispondrá de USD 417 millones para la compra de fármacos en 2026. Es una demostración de que se puede ser fiscalmente responsable sin ser socialmente insensible.